El lenguaje inclusivo arremete con furia lo instituido y rompe los códigos vigentes.
Ferdinand Saussure (lingüista) decía que el lenguaje es la capacidad de los individu@s para expresar ideas, pensamientos y sentimientos, a través de signos. Una de las características del signo lingüístico es su carácter arbitrario, es decir inmotivado, por lo tanto no hay relación natural con el significado.
Todo medio de expresión recibido de una sociedad se apoya en un hábito colectivo es decir en una convención. Tal es así que el lenguaje inclusivo, entra sin pedir permiso con la desfachatez de la adolescencia, quien no sino ell@s le dan luz a la sombra de lo que se calla.
Es inclusivo porque denuncia que no todos somos iguales ante la ley, visibiliza las categorías de género, alumbra sus desigualdades.
El lenguaje horroriza hasta el hartazgo a La Real Academia, los despierta de su modorra los espabila del tedio de la corrección, los hace trabajar y los desafía a una lucha dialéctica que saben que van a tener que ceder.
Es lenguaje porque comunica, no es inmutable ya que cambia, se transforma, esta vivo y protesta en la plaza del Congreso.
Es lenguaje porque es discurso y hace lazo social.
El lenguaje es inclusivo porque nómina aquello que era indecible, a los rarit@s, a l@s marginales, a l@s que se escondían detrás de un disfraz para ser aceptad@s, querid@s.
Es lenguaje y es inclusivo porque tod@s somos personas,
Igual a él, ella, ell@s.
Chris
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