Es la pérdida del lugar que teníamos en un ser amado, sea un ser humano, una mascota, un hogar o un trabajo.
Nos invade una sensación de negación, enojo, tristeza, culpa por no haber podido evitarlo.
La persona que duela se repliega sobre si mismo y el dolor se impone, ese dolor es un grito ahogado en llanto implorando a Dios que termine. Todo comienza cuando se pierde aquello que tuvo razón de ser, es una memoria que no muere, es un campo minado que explota bajo los pies y hace que el equilibrio se pierda.
Con la pérdida, el sentido se desvanece, se aflojan las piernas, es una pesadilla que no despierta y petrifica.
El duelo se hace por aquello que amé, amo y seguiré amando, implica un tránsito por esos lugares compartidos, por un camino que se tiene que desgastar, desandar pieza por pieza.
En el duelo la realidad finalmente se impone y se acepta la pérdida, acarrea un tiempo y un trabajo de elaboración, a esto lo llamamos duelo esperado.
Cuando el duelo queda detenido en alguna de sus etapas (negación, enojo, tristeza, culpa, negociación) conlleva a una tristeza profunda o a un estado depresivo, asi el sujeto queda tomado por un duelo patológico y la consulta se hace imperante.
Chris
Comments